El actor Nicolas Cage vuelve a ser oficialmente un hombre soltero tras el fracaso de su cuarto matrimonio, el más breve hasta la fecha: tan solo cuatro días después de celebrar una boda secreta en Las Vegas con Erika Koike. Tras una visita previa a un tribunal del condado de Clark (Nevada) para solicitar una licencia matrimonial, la estrella de Hollywood solicitó una anulación alegando que la unión se había basado en una estafa y que su pareja no le había informado de su pasado criminal o de la relación sentimental que habría mantenido con un traficante de drogas.
Sin embargo, su petición no tuvo éxito debido principalmente a la oposición de Erika, que presentó sus propias evidencias para tratar de demostrar que su boda se había celebrado sin que existiera ningún tipo de coacción o engaño de por medio, y solicitar además una pensión de manutención.
Según los documentos a los que tuvo acceso el portal TMZ, el divorcio de la antigua pareja se oficializó el pasado 31 de mayo a través de un juzgado del estado de Nevada, lo que significa que tan solo fueron marido y mujer a ojos de la ley durante 69 días. En comparación, Nicolas Cage aguantó 107 días casado con su segunda mujer, Lisa Marie Presley.
Su decisión tajante
Por el momento se desconocen los detalles del acuerdo al que habrían llegado y si Erika recibirá algún tipo de compensación económica.
La intención del intérprete de pasar de nuevo por el altar se hizo pública cuando se filtró un vídeo de su paso por las instalaciones administrativas para obtener la licencia pertinente en el que parecía hacer gala de un comportamiento errático mientras comentaba en voz muy alta que el anterior novio de su chica era traficante de drogas y que ambos iban a “quedarse con todo su dinero”, ante lo que ella le respondía: “Cariño, yo nunca te pedí que hicieras esto”.
En la grabación no queda claro si Nicolas estaba realmente borracho, como aseguraron algunos testigos presenciales, o si solo estaba haciendo uso de su particular sentido del humor en vista de que al final era él quien animaba a Erika a entrar en la oficina para firmar los papeles correspondientes haciendo gestos con las manos para que se apresurara.
Sus representantes legales han sostenido en todo momento que su cliente sí estaba ebrio y que, por tanto, no era capaz de comprender las consecuencias de sus acciones.