La supermodelo Miranda Kerr atraviesa estos días una etapa de gran ilusión al esperar nada menos que su tercer hijo y, por tanto, ante la perspectiva de convertirse dentro de unos meses en madre de familia numerosa.
A pesar de las “náuseas” y el malestar general que también le aquejan en esta primera etapa del embarazo, los niveles de alegría y entusiasmo que han venido marcando su carácter desde que diera a conocer la noticia no se han visto en absoluto afectados por tales circunstancias.
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“La verdad es que llevo unas semanas con náuseas y algo mareada, pero todo va bien. No le hemos querido decir todavía a nadie de cuánto estoy realmente porque mi marido es una persona muy reservada. Por desgracia, yo no lo soy”, dijo la estrella de las pasarelas en conversación con la revista OK!, antes de expresarse sobre algunos de los cambios más significativos que ha venido experimentando desde que se casara con el empresario Evan Spiegel y ambos iniciaran su familia conjunta con el nacimiento, hace once meses, del pequeño Hart.
"¡He tenido que aprender a ser una persona mañanera! Tengo una hora para mí antes de que se levanten los niños y tengo que darme prisa a la hora de ducharme, realizar mi rutina de Kora y meditar un poco. Hay que intentar compaginar todas las tareas”, confesó.
La australiana es madre también de Flynn (8) junto a su exmarido Orlando Bloom, y se dice claramente satisfecha ante la constancia con la que lleva a cabo sus responsabilidades.
Miranda como mamá
Otra de las transformaciones más relevantes que se desprenden de sus tres incursiones en la maternidad -una que podría ser definitiva según sus palabras- van directamente ligadas a su físico y al hecho de que quizá no sea capaz de volver a lucir un bikini como en sus años de ‘ángel’ de Victoria’s Secret: algo que francamente no le quita el sueño ni le importa demasiado.
“Creo que las mujeres debemos ser más amables con nosotras mismas y con nuestros cuerpos. Y, sobre todo, dejar de pensar que, después de dar a luz, tenemos que volver a la ‘normalidad’ lo antes posible.
Tengo cuerpo de madre y me encanta, no hay nada de malo en ello. Es parte de la vida y de nuestra evolución. Si nos lleva nueve meses crear vida en nuestro interior, lo lógico es que nos lleve otros diez meses volver a entrar en el mismo bikini. O incluso más, o quizá nunca volvamos a lucirlo como antes”, aseguró.
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