La gira oficial de los duques de Sussex está casi llegando al final, ya que este martes se encuentran en el penúltimo día de su viaje por Oceanía. Este día estuvieron en Auckland, al norte de Nueva Zelanda. Su primera parada fue en North Shore, una zona suburbana costera donde inauguraron un área de 20 árboles nativos en el dosel de la Commonwealth. Allí, charlaron acerca de la importancia ecológica que mantiene dicho arbusto y jugaron con un grupo de niños al ‘welly wanging’, una divertida -y rara- disciplina que consiste en lanzar lo más lejos posible un par de botas Wellington.
Para esta cita, Meghan eligió un outfit de acuerdo a la ocasión, ya que era casual y un día lluvioso. Consistió en un blazer azul marino de la firma neozelandesa Karen Walker, jeans oscuros de J Crew y un par de botas de agua a juego, de Muck Boots Company. Comparado a sus otros atuendos, este no convenció tanto, ya que algunos consideran que no se veía tan radiante o cómoda como en otras ocasiones. En cambio, el look del príncipe Harry fue considerado más cuidado: con jeans, camisa blanca y un elegante abrigo largo de color caqui, estilo con el que logró opaca un a su esposa. Él siempre levantando suspiros. Más adelante, Markle se puso una chaqueta con el logo de Queen Elizabeth II National Trust, misma que llevaba Harry.
Más tarde se dirigieron a una fundación caritativa en Pillars, donde estuvieron con niños que son acogidos cuando sus padres se encuentran en prisión. Allí, la exactriz eligió un vestido elegante de Brandon Maxwell, tacones de Stuart Weitzman y una gabardina de Burberry.
Y este fue el polémico atuendo, ya que si se suman los precios de las prendas, todo asciende a poco más de 5,500 dólares. Una cantidad no muy apta para cuando se asiste a un evento solidario. A pesar de ello, la pareja fue recibida por una multitud, quienes les hicieron regalos para ellos y su futuro bebé.
Su tercer compromiso fue una recepción con la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinta Ardern, en el Museo de la Guerra de Auckland, donde Markle se cambió de vestido, ahora por uno tipo sastre, con ‘tail hem’, es decir, la falda más larga por detrás que por delante, de Antonio Berardi, en color azul marino. Completó con tacones color nude “Deneuve” de la firma italiana Aquazzurra, uno de sus modelos favoritos con lazo en la parte del talón, y un bolso de mano negro de Dior.
Y fue maquillaje el que complementó este look el que llamó la atención, ya que la duquesa lució los labios de una tonalidad fucsia a pesar de que anteriormente su estilista, Daniel Martín, declaró que el tono nude sería el tono durante mucho tiempo, ya que con los más subidos no se siente confortable. “La única vez que llevó los labios de color rojo no se sintió cómoda del todo. Ella es una mujer a la que le gusta hablar y no es quisquillosa, por lo que no quiere preocuparse por nada acerca de su maquillaje”, aseguró hace unos meses. Pero lo cierto es que ese color no resultó tan llamativo, por el contrario, le dio un toque más vivo al rostro de la duquesa.
