Admirados pintores, escritores, músicos y científicos sufrieron estos padecimientos
Es muy frecuente que desórdenes mentales como la esquizofrenia y el trastorno bipolar en los escritores, pintores, músicos, científicos y otras personas altamente inteligentes y creativas. Por eso muchos se preguntan si existirá algún vínculo entre un alto cociente intelectual y esos trastornos mentales que pueden conducir a la locura.
Diferentes científicos que se han dedicado a estudiar esa relación consideran que la esquizofrenia y el trastorno bipolar son más frecuentes entre los superdotados. Al parecer, el elemento vinculante es el gen DARPP-32, que heredan tres cuartas partes de los seres humanos y que mejora las capacidades del cerebro para asimilar y procesar la información.
UN LARGO DEBATE
Recientemente, un estudio realizado durante una década en 700 mil estudiantes suecos de 16 años de edad demostró que los adolescentes con un intelecto sobresaliente pueden ser cuatro veces más propensos a desarrollar ese tipo de padecimientos. Sin embargo, el tema es muy complejo y todavía es objeto de análisis e interesantes debates. Por ejemplo, algunos especialistas como María Ron, neurocientífica de la Universidad de Londres, forma parte de los investigadores que considera que aún no hay evidencias contundentes de que la esquizofrenia esté relacionada con un cociente de inteligencia más alto o un mayor grado de creatividad. El Dr. Luis Caballero , miembro de la Sociedad Española de Siquiatría, también ha declarado que no hay una ninguna relación directa entre la esquizofrenia y los superdotados. Sin inclinarnos por una u otra postura, en VANIDADES queremos recordar a algunas “mentes privilegiadas” que testimonian esa extraña y polémica relación entre la locura y la genialidad.
PINTORES
El talentoso Vincent van Gogh, un extraordinario pintor que fue incomprendido y poco valorado en su época, es uno de los ejemplos más conocidos de artistas plásticos que desarrollaron trastornos mentales. En el caso de Van Gogh, un maníaco-depresivo profundo -unos dicen que sufrió un trastorno bipolar, otros, que era esquizofrenia-, su enfermedad tuvo consecuencias fatales, ya que lo indujo al suicidio, pero, según algunos, también estimuló su creatividad artística a los niveles más altos. De forma retrospectiva, hay quienes consideran que el noruego Edvard Munch, otro de los grandes pintores del siglo XX, posiblemente también haya sido víctima de la sicosis esquizoafectiva en la etapa final de su vida, como culminación de otros muchos trastornos que padeció, como síndrome ansioso-depresivo, fobia social, agorafobia y neurosis.
William Kurelek, artista canadiense hijo de inmigrantes ucranianos, estudió arte en escuelas de Toronto y en México, pero a los 25 años, cuando estaba viviendo en Inglaterra, le diagnosticaron esquizofrenia y fue ingresado en un hospital siquiátrico en Londres. Allí pintó su obra más célebre, titulada El laberinto, que se considera un reflejo de su desequilibrio mental. El caso del pintor suizo Adolf Wölfli es singular, ya que comenzó a crear sus asombrosas obras plásticas cuando estaba ingresado, a causa de sus sicosis y sus alucinaciones, en el manicomio donde perma neció hasta su muerte en 1930. Sus lienzos, pródigos en detalles, reflejan uno de los padecimientos mentales de Wölfli: el horror vacui (miedo al vacío).
También sufrieron esquizofrenia la pintora francesa Séraphine Louis y la suiza Aloïse Corbaz. En cuanto al genial Salvador Dalí, es sabido que este pintor catalán padeció de esquizofrenia paranoide. Lo que muchos interpretaban como comportamientos excéntricos eran en realidad manifestaciones de su enfermedad mental.
Kirk Douglas interpretó al genial Van Gogh en la película Lust for life (1956)
ESCRITORES
“Las personas creativas, como las que tienen enfermedades sicóticas, tienden a ver el mundo de manera diferente a la mayoría”, comentó el sicólogo británico Mark Millar. “Es como mirar un espejo roto”. Eso quizás explique que algunos de los más importantes autores literarios, que se destacaron por romper esquemas y recrear la realidad desde puntos de vista renovadores, hayan padecido de trastornos mentales. Entre ellos se cuentan la novelista británica Virginia Woolf, quien se suicidó como consecuencia de un cuadro mental que incluyó alucinaciones auditivas y que hoy día algunos diagnostican como trastorno bipolar y otros como esquizofrenia; esos problemas generaron en ella una profunda y prolongada sicosis maníaco-depresiva.
También dos grandes figuras de las letras estadounidenses padecieron de enfermedades mentales. La poetisa Sylvia Plath tuvo esquizofrenia melancólica y, después de fracasar en una primera tentativa de suicidio, fue ingresada en un hospital donde le aplicaron tratamientos de electrochoques. Cuando le dieron de alta, intentó rehacer su vida, pero recayó y se suicidó a los 30 años. Por su parte, el iconoclasta novelista y poeta Jean Kerouac también fue un esquizoide autodestructivo. Pero las obsesiones y fobias no impidieron que Plath escribiera algunas de las composiciones más elogiadas de la poesía anglosajona ni que Kerouac hiciera grandes aportes en la novelística con su obra En el camino.
¿Otros autores famosos que conocieron los sufrimientos de la esquizofrenia en algún grado y que dejaron un brillante legado artístico? El novelista checo Franz Kafka, el dramaturgo francés Antonin Artaud, el cuentista y poeta estadouni- dense Edgar Allan Poe... y la lista podría continuar.
MÚSICOS, BAILARINES Y CIENTÍFICOS
Como en el pasado la ciencia no tenía un conocimiento profundo sobre las enfermedades mentales, no fue hasta el año 1908 que se estableció el término esquizofrenia (o esquizofrenias, pues ese trastorno puede presentarse con distintas variantes). Por eso, en la actualidad, al leer las vidas de algunos famosos y la descripción de sus enfermedades, se supone que pudieron padecer esa enfermedad.
Ese fue el caso del compositor y pianista alemán Robert Schumann, que se hizo célebre en la primera mitad del siglo XIX. Otro pianista famoso, el niño prodigio australiano David Helfgott, también sufrió de esquizofrenia, pero tuvo la suerte de vivir en nuestro tiempo y, ya adulto, con un tratamiento médico adecuado, logró mantener bajo control la enfermedad y dar conciertos por el mundo.
Muy tristes fueron los últimos años del ruso Vaslav Nijinsky, famoso bailarín estrella de los Ballets Rusos de Serge Diaghilev. Después de conquistar a los 18 años al exigente público del Teatro Marinsky, en San Petersburgo, triunfó en importantes escenarios de París, Londres, Berlín, New York y otras ciudades. Sus saltos y su presencia escénica se hicieron legendarios. Pero antes de cumplir los 30 años, Nijinsky fue diagnosticado con una grave esquizofrenia que lo mantuvo en hospitales siquiátricos hasta su muerte, ocurrida tres décadas después, en 1950.
También las brillantes mentes de los científicos han logrado sortear, en algunos casos, los peligros de la esquizofrenia. Ese es el caso del matemático y economista estadounidense John Nash, ganador del premio Nobel de Ciencias Económicas en 1994. Su lucha de toda la vida contra la terrible enfermedad ha sido ejemplar, pues ha sabido sobreponerse a su mal y no dejarse vencer por él.
La relación de la genialidad y la locura es un tema complejo. Lo cierto es que a veces las fronteras se cruzan. Prueba de ello es que imágenes del cerebro tomadas con equipos de moderna tecnología en el Instituto Karolinska, en Suecia, han revelado equivalencias entre los procesos neuronales de las personas altamente creativas y aquellas diagnosticadas con esquizofrenia... Tal vez, en algunos casos, de la genialidad a la locura haya una corta distancia. ¡Y viceversa!
Vidas difíciles en el cine
Hollywood ha sentido una gran curiosidad por estas y otras talentosas figuras que han padecido de esquizofrenia y de bipolaridad. Por eso se han realizado exitosas películas documentando sus vidas y con superestrellas encabezando los elencos. Por ejemplo, hace muchas décadas, Kirk Douglas fue Vincent van Gogh en Lust for Life. Más reciente, Gwyneth Paltrow interpretó a Sylvia Plath en el filme Sylvia; Robert Pattinson se transformó en Salvador Dalí en Little Ashes; Nicole Kidman dio vida a Virginia Woolf en The Hours; Russell Crowe a John Nash en A Beautiful Mind y Geoffrey Rush a David Helfgotten Shine.