Teniendo en cuenta que a lo largo de casi cinco años -concretamente entre 2008 y 2012- todo el mundo le asociaba casi de forma exclusiva a su afamado personaje de la saga juvenil Twilight (Crepúsculo en castellano), resulta comprensible que, a fin de evitar el encasillamiento y exhibir una mayor versatilidad interpretativa, el actor Robert Pattinson se haya esforzado al máximo en estos últimos tiempos para hacerse con papeles radicalmente diferentes al del atractivo vampiro Edward Cullen. “No me gusta repetirme porque, si hago un mismo papel varias veces, empiezo a sentirme vulnerable y me exijo más y más en comparación con la vez anterior. Pero cuando me obligo a adentrarme en terreno desconocido, siento que puedo comenzar de cero y no puedo juzgarme al carecer de referentes, porque no sé ni lo que estoy haciendo”, reflexionó el intérprete en conversación con la revista Little White Lies. “Me pasa hasta con la voz, no me gusta tener que poner voces similares en las películas que hago porque tengo la sensación de que me repito y pienso: ‘Oh, esta se va a convertir en mi voz de trabajo oficial’. Y no me gusta tener que hablar con mi acento normal porque, en ese caso, siento que ni siquiera estoy trabajando”, añadió en la misma entrevista. Antes, incluso de entrar en la industria hollywoodiense por la puerta grande -primero con una breve pero significativa aparición en la saga Harry Potter y poco después con su fichaje para las adaptaciones al cine de Twilight -, el artista de 32 años ya se encontraba luchando contra las convenciones y clichés del mundo del espectáculo para impedir que sus rasgos físicos definieran por completo su trayectoria profesional. “Cuando empecé en esta profesión... Claro, como era alto, tenía el pelo fino y un acento algo finolis, pues nada, ¡a actuar siempre en películas de época! Y cuando me di cuenta de que me iba a resultar imposible salir de esa caja, me dije: ‘Se acabó, no quiero más papeles de época’. Así que al final solo he hecho un par de ellas, porque la última vez que me tuve que poner un cuello de estilo eduardiano sentí rechazo. Es como si el traje tuviera que actuar por ti”, explicó.