El 29 de mayo de 2017 se cumplieron cien años del nacimiento de uno de los políticos más célebres de los últimos tiempos: John Fitzgerald Kennedy
?No dejes que se olvide que una vez hubo un lugar que por un momento breve y brillante fue conocido como Camelot?. La frase, engalanada por los sonidos de una orquesta, se repitió de manera incesante algunas noches de la Casa Blanca, en los años 60. La canción había llegado con el inicio de la década, cuando el director de teatro Moss Hart estrenó en Broadway una obra inspirada en la novela fantástica de T.H. White, The Once and Future King, sobre el mito del rey Arturo. Los protagonistas del musical fueron superestrellas del momento: Julie Andrews y Richard Burton. Camelot, que era como se llamaba la puesta, contó con una banda sonora que se convirtió en la número uno en ventas en Estados Unidos durante 60 semanas. Uno de los miles de discos que se vendieron aquella vez perteneció al presidente John F. Kennedy, y a él le encantaba escucharlo antes de ir a dormir. ?No dejo de pensar en una estrofa de ese musical, se ha convertido en una obsesión para mí?, confesó Jacqueline Bouvier, esposa del mandatario, al periodista Theodore H. White de la revista Life, unos días después del asesinato de su marido. ?Nunca habrá otro Camelot. Habrá otros grandes gobernantes, pero jamás otro Camelot?.
Cuando se habla de la vida de John F. Kennedy, en realidad lo hacemos de su muerte. De los 46 años que existió, el recuerdo más persistente en la memoria colectiva del mundo son los últimos segundos que, registrados en la ?cinta Zapruder?, han sido, por 54 años, el ojo de un huracán de polémica. Parado sobre un pedestal de concreto ubicado al norte de la calle Elm, en la plaza Dealey, el fabricante de ropa Abraham Zapruder decidió usar su cámara de 8 milímetros marca Bell & Howell para filmar el paso del presidente, quien recorría Dallas a bordo de su elegante limusina negra. Era el 22 de noviembre de 1963. John y su esposa, Jackie (enfundada en un traje sastre rosa hecho por la casa Chez Ninon bajo la aprobación de Coco Chanel), saludaban a la gente desde el descapotable. Zapruder grabó todo lo que pudo: la pareja a través de la multitud, John poniendo las manos sobre su garganta y luego, su cráneo estallando; Jackie saltando hacia la parte trasera del auto para, al parecer, recuperar un fragmento de hueso de su esposo.
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El asesinato de JFK trascendió a nivel global por tratarse de un magnicidio, sin embargo también por lo que representaba. La llegada de los Kennedy a la Casa Blanca, aunque había pasado por elecciones muy reñidas contra el republicano Richard Nixon, le dio un aire nuevo a la clase política estadounidense. La gente apreciaba tener a un presidente joven, apuesto y, en apariencia, saludable, acompañado de una primera dama ícono de moda, políglota e inteligente. Las ideas del mandatario apuntaban alto: el fin de la discriminación racial, el regreso de las tropas en zonas de conflicto como Vietnam y el inicio de la carrera espacial por conquistar la luna. Claro, lo anterior se trataba de una sensación poco sustentada en hechos. Si bien parecía que todo iba de maravilla gracias a las lujosas recepciones que se hacían en Washington y al impulso que el gobierno le comenzó a dar a la cultura y las artes por influencia de Jackie, la corta estancia de Kennedy fue, en realidad, un periodo turbulento.
Bajo su administración, en 1963, Estados Unidos realizó un golpe de estado en Vietnam que culminó con el asesinato del presidente Ngo Dinh Diem, a quien antes habían apoyado. En abril de 1961, apenas al inicio de su periodo presidencial, JFK perdía la batalla de invasión de Bahía de Cochinos en Cuba, que tenía como objetivo derrocar al nuevo líder de la isla: Fidel Castro. La derrota afectó tanto a su círculo cercano como a su política exterior, y de ahí se desprenden muchas de las teorías de conspiración alrededor de su asesinato. Su vida personal resultaba similar; desde el exterior era fácil percibir a una familia feliz, pero en el fondo, la pareja estrella tenía una vida atormentada por las constantes infidelidades de John.
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?Aquí es donde empezó todo?, dijo JFK cuando visitó lo que había sido el hogar de sus ancestros en Irlanda, en junio de 1963. Como jefe de Estado, formó la Fundación Irlandesa-Estadounidense para que los nacidos en Estados Unidos, pero con ascendencia irlandesa, pudieran comunicarse con su lugar natal. John nació en cuna de oro, pero no siempre vivió en la abundancia. La historia comenzó a mediados del siglo XIX, cuando Patrick Kennedy, su bisabuelo, y su esposa, Bridget Murphy, decidieron probar fortuna en el Nuevo Mundo. Patrick J. Kennedy, hijo de ambos, era el único varón sobreviviente de los que habían tenido, debido a dos brotes de cólera que afectaron a la familia. Sus padres centraron todos sus esfuerzos en él, y pudo recibir una buena educación. La familia administraba una papelería y una mercería en Boston, Massachusetts, donde vivían junto a otros migrantes irlandeses. Al joven, quien solía atender los negocios, le empezó a interesar el comercio y, antes de cumplir 30 años, ya importaba whiskey. Los Kennedy comenzaron una vida próspera y no dudaron en compartir su fortuna con la comunidad, lo que fue un trampolín para que PJ, como era conocido, se interesara en la política. Con los años se convirtió en uno de los líderes demócratas más relevantes del estado, donde tuvo puestos en la Cámara de representantes y en el Senado. Uno de los cuatro hijos que tuvo con su esposa, Mary Augusta Hickey, fue Joseph ?Joe? Patrick Kennedy (padre de JFK), que no dudó en seguir los pasos de su progenitor.
Estudió Derecho en Harvard, hizo inversiones en la bolsa y en bienes raíces. Fue militante activo del Partido Demócrata y, en la década de los 30, el presidente Franklin D. Roosevelt lo nombró embajador de Estados Unidos en Reino Unido. En plena Segunda Guerra Mundial, planteó una estrategia que implicaba acercarse a la Alemania nazi. Ese plan le costó el cargo, y también repercutió en su gran sueño: él quería ser presidente. Tuvo nueve hijos: Joseph, John, Rosemary, Kathleen, Eunice, Patricia, Robert, Jean y Edward. En quien depositó todas sus esperanzas fue en su homónimo; egresado de Derecho en Harvard, Joe Jr. era un excelente deportista y héroe de guerra, a quien su padre consideraba ideal para ser líder del país. Pero, en 1944, durante un error durante la Operación Afrodita en la Segunda Guerra Mundial, perdió la vida, a los 29 años. Esto impactó de manera más profunda al padre y a su hermano John, quien en su ausencia se convirtió en la opción B para cumplir con los anhelos paternales.
Nacido el 29 de mayo de 1917, JFK seguía de cerca los pasos de su hermano mayor, pero no se le parecía en nada; era un chico enfermizo al que le gustaba leer, viajar y escribir, y su educación se veía interrumpida por sus idas y venidas del hospital. Si no era apendicitis o colitis, se trataba de condiciones más complicadas, como la vez que pensaron que tenía leucemia. Aun así, tenía espíritu aventurero; en 1937 viajó en barco a Francia, y en compañía de un amigo y de su auto convertible, recorrieron Europa en 10 semanas. En travesías posteriores, como la que realizó en 1939 a la Unión Soviética, Medio Oriente y los Balcanes, recopiló información para la tesis que presentó en la Universidad de Harvard y que publicó en un libro que fue un éxito de ventas: Why England Slept. Ante las buenas respuestas, ayudó a su padre a escribir sus memorias, y años más adelante, ya casado con Jackie, una larga convalecencia, luego de una serie de cirugías en la columna, le sirvió para escribir Profiles in Courage, texto biográfico sobre ocho senadores estadounidenses que mostraron actitud heroica. La obra ganó un Premio Pullitzer, algo maravilloso para un hombre que deseaba ser periodista. Sin embargo, John dejó a un lado sus ideas sobre la prensa y se concentró en iniciar una carrera política. Le era fácil obtener simpatizantes: durante su servicio militar en la Segunda Guerra Mundial, ayudó a sus compañeros de misión a permanecer a salvo luego de un ataque de los japoneses. Condecorado, en cuanto regresó a Estados Unidos comenzó a trabajar como miembro del Congreso y más tarde, como senador. De nuevo, aconsejado por su progenitor, tras un año de entrar al Senado, contrajo matrimonio con la refinada aprendiz de periodista, Jacqueline Lee Bouvier.
En 1956 compitió para postularse como vicepresidente de su país y, aunque no ganó, llamó la atención de la nación: un joven guapo que cuatro años después, en 1960, se postuló como candidato presidencial y, en una cerrada elección contra Richard Nixon (49.7% contra 49.5%), se convirtió, a los 43 años de edad, en el presidente electo más joven de Estados Unidos.
No todo es oro
Aunque las cosas aparentaban estar bien, el presidente electo sufría la enfermedad de Addison, deficiencia hormonal muy poco frecuente que incluye, como síntoma, la apariencia de una piel bronceada. En 2002, la familia Kennedy abrió el expediente médico de John para que el historiador Robert Dallek, acompañado por un médico, pudiera escribir una biografía. Le dieron sólo dos días para revisar un archivo gigantesco que comprendía entre 1955 y 1963.
Ahí, descubrió que JFK siempre se encontraba medicado. En un artículo de The Atlantic, el investigador hizo un recuento: ?Tomaba esteroides para la enfermedad de Addison, analgésicos para el dolor de espalda, antiespasmódicos para la colitis, antibióticos para sus infecciones urinarias, antihistamínicos para las alergias y antipsicóticos para los cambios de humor repentinos que Jackie Kennedy pensaba que eran consecuencia de los antihistamínicos?. Penicilina, testosterona y anfetaminas son otras de las sustancias que se mencionan en la indagación. La mala condición física del mandatario fue vista por muchos como un peligro para el país, y es por eso que todo se mantenía en secreto; sin embargo, los dolores que padecía le impedían siquiera amarrarse las agujetas de los zapatos, y tenía que usar un corsé para mantener la espalda bien erguida.
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Al interior de la Casa Blanca, él no era el único que sufría. Antes del nacimiento de sus hijos Caroline y John, Jackie dio a luz a una niña muerta, a quien llamó Arabella. Estuvo muy afectada por ese hecho, al cual se acumuló el nulo apoyo de su esposo. Ya en el poder, la pareja esperaba la llegada de un nuevo bebé, que nació con insuficiencia respiratoria y falleció sólo dos días después. Jackie padecía por la pérdida de esos niños, por los múltiples males de su marido y también porque era sabido por todos que le era infiel. Cuentan que las becarias de la Casa Blanca se ocupaban de ofrecerle favores sexuales al presidente y a otros funcionarios. La entrada de prostitutas al inmueble era tan constante que el Servicio Secreto empezaba a incomodarse ante un posible escándalo. Asimismo, también se relacionó con figuras de alto perfil como Judith Exner, que al mismo tiempo era amante del mafioso Sam Giancana y fuera considerada un peligro por la CIA y el FBI.
Y está el famoso affaire que tuvo con Marilyn Monroe, quien en 1962 le cantó ?Happy Birthday, Mr. President?, durante un homenaje por su cumpleaños en el que la sex symbol se encontraba en claro estado de ebriedad. Ese mismo año, la actriz se suicidó en circunstancias poco claras y las leyendas urbanas involucran su desliz con JFK. En el libro The Final Year of Jack with Jackie, el autor Christopher Andersen cuenta que Marilyn llamó en una ocasión a Jackie para confesarle sus intenciones de ser la nueva primera dama. Según Andersen, Mrs. Kennedy, calmada, respondió: ?Te casarás con Jack (apodo de los John), eso es estupendo. Te mudarás a la Casa Blanca y asumirás todas las responsabilidades de primera dama, y yo me mudaré y tú te quedarás con todos los problemas?.
La verdad al descubierto
Todo lo que pudo provocarle escándalos quedó en el olvido el 22 de noviembre de 1963, cuando el exmarine Lee Harvey Oswald terminó con la vida de John, al dispararle dos veces en Dallas. No obstante, por años se ha especulado que él no pudo haber cometido el magnicidio, o al menos no solo. Ya que fue asesinado dos días después de ser dete nido, la versión oficial sigue siendo cuestionada. Hasta su último respiro, insistió con que sólo era un chivo expiatorio. La historia del mandatario ha dado pie a una gran producción de películas, como Jackie (2016) o la famosa JFK (1991), que presenta la historia del exfiscal de Nueva Orleans, Jim Garrison, famoso por ser el único que, aunque sin éxito, llevó el crimen a los juzgados. La cinta revivió la polémica e hizo presión sobre el archivo oculto del asesinato; el gobierno tuvo, a partir de 1992, un plazo de 25 años para liberar casi 40,000 documentos, 3,000 de ellos nunca antes vistos. Según la revista Time, todo ello verá la luz el 26 de octubre de este año. ¿Será que al fin sabremos lo que le pasó a JFK?
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