En la carrera de Jason Momoa ha habido varios momentos en los que creyó sinceramente que había llegado por fin la gran oportunidad que lo catapultaría al estrellato, solo para acabar llevándose una decepción. Sin ir más lejos, tras dar vida al popular Khal Drogo en la primera temporada de Game of Thrones pasó por una etapa en que no le llegaban ofertas porque muchos directores de casting estaban convencidos de que no hablaba inglés.
En uno de esos momentos de parón, el protagonista de Aquaman se planteó renunciar a su sueño para apostar por el puesto de trabajo como ‘silenciador profesional’ en un bar que le había conseguido un conocido.
“Esa idea se me pasó por la cabeza en muchas ocasiones porque llevo dedicándome a esto 21 años y, ya sabes cómo es... resulta muy duro hacerse un hueco en esta industria. Yo no tenía nada de dinero y vivía en un parque de caravanas. Acabé perdiendo todos mis ahorros mientras estaba allí y pasé a vivir en el sofá de un amigo que me ayudó a encontrar empleo. Él era camarero en un local de Santa Mónica, pero no conseguimos convencer a los dueños de que me permitieran ser el portero, así que yo era el tipo que se quedaba fuera y se aseguraba de que la gente no hiciera mucho ruido mientras salían del club a las dos de las madrugada. Básicamente, era un silenciador profesional”, confesó a su paso por el programa de James Corden.
Víctima de burlas
Aunque lo lógico sería pensar que el musculoso físico del intérprete lo convertía en el hombre ideal para ese trabajo, en realidad no conseguía intimidar a nadie e, incluso, tuvo que soportar un sinfín de burlas de quienes lo recordaban por el papel que había interpretado durante dos años en Baywatch. Hawaii.
“La gente me mandaba a la *** y siempre había alguien que me decía: '¿No eres ese chico que salía en Baywatch?’. Y entonces empezaban a reírse de mí. Esa era mi vida en aquel momento”.