Aunque todavía no se ha confirmado oficialmente la separación de Irina Shayk y Bradley Cooper, el hecho de que la modelo rusa se dejara ver sola en el aeropuerto de Los Ángeles a finales de esta semana -unido esto a los numerosos testimonios que ya han empezado a trascender sobre el fin de su convivencia- parece haber corroborado finalmente la noticia y, al mismo tiempo, su intención de mantenerse completamente alejada del interés mediático que ha suscitado.
El origen de la ruptura
En este sentido, fuentes cercanas a la expareja, padres de una niña de dos años llamada Lea, han vuelto a ofrecer detalles muy ilustrativos a la revista People -la cabecera que sacó a relucir lo ocurrido este jueves- sobre el curso de los acontecimientos y las diferencias de criterio que en último término les habrían llevado a tomar tan dura decisión, entre las que destacaría precisamente su visión contradictoria sobre la “fama”. “Irina nunca ha estado interesada en ser una celebridad o en la fama, sobre todo ahora que es madre. Su objetivo prioritario es el de proteger a su familia. Bradley, sin embargo, está muy involucrado en su trabajo y no quiere desaprovechar ninguna oportunidad relativa a su carrera ahora mismo”, aseguró un informante a la publicación para señalar, justo a continuación, que los artistas llevaban meses haciendo vidas “totalmente separadas”. “Llevan mucho tiempo alejados el uno del otro. Hacían vidas totalmente separadas. Si él estaba en Los Ángeles, ella se iba de la ciudad, y si era ella la que estaba en la ciudad, pues él se iba”, añadió el mismo confidente sobre una convivencia cuya defunción habría sido certificada mucho antes de que se diera a conocer públicamente.