Una bomba que estalló
Octubre de 2017 es una fecha que ni Harvey Weinstein ni las mujeres de la industria del cine –ni las mujeres en general– olvidarán en mucho tiempo. El día cinco de ese mes el New York Times publicó una investigación que revelaba que desde hacía tres décadas decenas de mujeres habían hecho acusaciones de acoso o abuso sexual contra Weinstein que habían sido ignoradas o silenciadas. Entre ellas estaban la actriz Ashley Judd y las empleadas de Weinstein Emily Nestor y Lauren O’Connor que corroboraron que incurría en prácticas como citar a mujeres en cuartos de hotel donde las recibía solo cubierto con una bata y les solicitaba (en realidad las obligaba) que le dieran un masaje para de ahí escalar a relaciones sexuales casi nunca consentidas a cambio de las cuales les prometía a las actrices impulsar su carrera misma que, si se le negaban, amenazaba con destruir. Cinco días después de la publicación del NYT, el periodista Ronan Farrow publicó en The New Yorker el artículo “From Aggressive Overtures to Sexual Assault: Harvey Weinstein’s Accusers Tell Their Stories”. La investigación, que le tomó diez meses, incluyó el testimonio de 13 mujeres que habían sufrido el acoso o abuso de Weinstein. La actriz italiana Asia Argento le contó a Farrow que Weinstein la había violado y practicado sexo oral en contra de su voluntad cuando ella tenía 21 años y más tarde se convirtió en una figura importante de lo que derivó en todo un movimiento (#metoo). La aspirante a actriz Lucia Evans se sumó a las acusaciones; Mira Sorvino y Rosanna Arquette confesaron que sospechaban que, luego de haberlo rechazado, él las había retirado de proyectos y disuadido a otras personas de contratarlas. Más tarde la actriz Rose McGowan se sumó a las acusaciones de comportamiento indebido del productor y así hicieron también Gwyneth Paltrow, Angelina Jolie, Cara Delevingne, Salma Hayek, Uma Thurman y muchas más que comenzaron, por invitación de la actriz Alyssa Milano, a usar en las redes sociales #metoo para compartir sus historias.
Dicho hashtag ya tenía historia, pues había sido creado en 2006 por la activista Tarana Burke para denunciar abusos en la red social MySpace. En octubre de 2017 #metoo fue usado más de 700 mil veces en solo dos días y en solo 24 horas sumó 12 millones de entradas en Facebook. El 11 de ese mes, Weinstein fue despedido de su propia compañía. La réplica que dio el acusado a todo esto también la publicó el New York Times: “Puedo ver que mi pasado comportamiento con mis colegas ha causado mucho dolor y me disculpo sinceramente por eso”, dijo en el documento donde comunicó que iría “a un lugar para canalizar su ira”. Ese lugar fue una clínica en Arizona donde, según información del portal TMZ, se internó para supuestamente tratar su adicción al sexo.
El monstruo, un año después
Información oscura ha salido a la luz a lo largo de estos 12 meses. Por ejemplo, de la actriz Ashley Judd, quien en mayo denunció formalmente a Weinstein por haber arruinado su carrera, ahora se sabe que había llegado a un “acuerdo” con el productor: cuando éste quiso tocarla por primera vez, ella se negó pero mencionó que le permitiría tocarla si ganaba un Oscar por una de sus películas. Ella argumenta que con eso no pretendía hacer un trato con él, sino huir del cuarto de hotel en el que se encontraban a solas, pero esa información se ha usado para desestimarla.
Otro caso de depreciación del movimiento tiene como protagonista a la actriz Asia Argento, otrora una de las principales voceras del #metoo, quien ha pasado de víctima a victimaria tras ser señalada por el actor Jimmy Bennett como su atacante sexual cuando este tenía 17 años. De Bennett, además, se dice que Argento lo quiso silenciar dándole unos cuantos cientos de miles de dólares.
Un escándalo más
Por si faltaban más datos oscuros sobre quien alguna vez fue tratado como el Mago de Oz de Hollywood, The New Yorker ha vuelto a ponerlo en el ojo del huracán al revelar que tienen nexos con la firma de investigación israelí Black Cube, que emplea a veteranos de servicios de inteligencia y seguridad del Estado de Israel para “contener crisis” o hacer labores de investigación en litigios complejos a los que se enfrentan sus clientes. Esta relación se está revisando ya a nivel federal en Estados Unidos, pues se asegura que Weinstein ha usado los servicios de Black Cube para obtener información privada de sus acusadoras y, de este modo, tener aún más herramientas para intimidarlas, amenazarlas y silenciarlas. A decir de Ronan Farrow en CNN, esta misma agencia –que él también asegura que sí trabajó para Weinstein– es utilizada por la administración de Donald Trump para intimidar a exoficiales del gobierno de Barack Obama. Esto permite dimensionar el poder del exproductor y ver solamente la punta del iceberg de lo que ha sido capaz de hacer para que el mundo desestime a sus víctimas y él resulte un predador bien librado.
Por: Mónica Isabel Pérez / Foto: Getty Images