Se puede no saber de ópera, pero es imposible no conocer a Luciano Pavarotti. Un personaje que impresiono al mundo con su voz.
Se puede no saber de ópera, pero es imposible no conocer a Luciano Pavarotti. Un personaje de la alta cultura que supo acercarse al llamado pop para sorprender con su voz al mundo entero. A más de una década sin el “Rey del Do de Pecho”, este mes lo recordamos.
El inicio de Luciano Pavarotti
Un día de 1977, Luciano Pavarotti y su padre Fernando cantaron en la catedral de su pequeña ciudad natal, Módena, Italia, el “Panis angelicus”, en español “Pan angelical”; se trata de uno de cinco himnos escritos por Santo Tomás de Aquino que, en 1872, el compositor francés César Franck arregló para que pudiera ser tocado en órgano, arpa, cello y contrabajo; y para que además fuera interpretado por la potente voz de un tenor. Y resulta que los dos Pavarotti lo eran. Fernando, un aficionado, y su hijo Luciano, para entonces, ya una de las mayores estrellas que la ópera ha dado en los últimos tiempos. Cantaban este “Panis angelicus” desde hacía mucho tiempo, cuando participaban en el coro de la iglesia local –en esa época Luciano tenía nueve años y cantar en la catedral debió parecerles un imposible y lo hacían también en casa, por placer, porque a Fernando, que era panadero, le encantaba hacerlo.
Los nervios Pavarotti
Pero aunque la música lo apasionara y él sintiera una gran confianza en la calidad de su voz natural de tenor, Fernando padecía lo que debe ser el inconveniente más trágico para cualquier persona que sueña con pararse en un escenario: un gran terror a cantar en público. Los nervios lo traicionaban de tal modo que el estrellato, ya de por sí un sueño lejano para un hombre de bajos recursos económicos como él, se fue de sus manos como un globo suelto al cielo. Así, su única audiencia eran su esposa Adele Venturi quien trabajaba en una fábrica de cigarros y sus hijos Luciano y Gabriella. Ocasionalmente, claro, los feligreses que iban a la iglesia, pero que por la naturaleza del espacio no tenían que verlo de frente mientras cantaba.
Descubrimiento
Pero como sea, así de secretas como eran esas magníficas interpretaciones suyas, tuvieron un eco que resonó más tarde por todo el mundo. Y es que su hijo Luciano, mientras ayudaba con las labores del campo adonde habían tenido que irse a vivir cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, comenzó a cantar como su padre. Interpretaba las canciones de las pocas grabaciones que poseía Fernando y que incluían las voces de Enrico Caruso, Giovanni Martinelli, Tito Schipa y otros tenores. Cuando Fernando el panadero escuchó a su hijo supo que tenía ante sí un diamante en bruto y que, pese a que apenas tenían recursos para vivir apiñados en un pequeño departamento de solo dos habitaciones, ese niño tenía que recibir el apoyo y las oportunidades que él nunca tuvo y que jamás se le ocurrió procurar para sí. Hubo dudas, claro, Adele prefería que fuera maestro y Luciano soñaba con ser portero de futbol. Pero la familia acordó una cosa: iban a apoyar al joven tenor hasta los 30 años, y si no lograba nada con su voz, entonces ya se vería de qué podría ganarse la vida.
Un acto de bondad
Luciano Pavarotti, nacido el 12 de octubre de 1935, renunció a sus sueños futbolísticos y por un tiempo quiso darle gusto a su madre trabajando un par de años como maestro de primaria. Pero el llamado de la música fue más poderoso que cualquier cosa. Gracias a su gran talento, el tenor Arrigo Pola, quien tuvo una activa carrera internacional entre los años 40 y 50, no dudó en ayudar a Luciano, de entonces 19 años, a educar su voz de manera gratuita. Quizás este gesto quedó marcado para siempre en el corazón del “Rey del Do de Pecho”, quien a lo largo de su carrera no dudó en apoyar a talentos jóvenes por medio de clases magistrales siendo, como Arrigo Pola fue para él, una plataforma de crecimiento.
¿Cómo se conocieron?
Pola, cuya carrera había ascendido velozmente luego de su debut en el teatro comunal de Módena, cayó en un bache cuando en 1951 la cantante Maria Callas y su esposo Giovanni Battista Meneghini no lo consideraron de su agrado. Esto, debido a la tremenda influencia de Callas, resultó en un impacto negativo en la trayectoria de Pola, quien en 1954 volvió a Módena con la intención de revivir su carrera. Fue entonces cuando un panadero se acercó a él para pedirle que por favor oyera cantar a su hijo. Luego de una audición de 15 minutos, Pola supo que se encontraba ante un talento extraordinario al que convirtió de inmediato en su pupilo. Tres años le dedicó a Luciano, quien en el libro Arrigo Pola: Il maestro di Pavarotti (Daniele Rubboli, 1955) declaró: “Si no hubiera sido por mi querido maestro Arrigo Pola, no estaría donde me encuentro hoy día”.
Las clases terminaron cuando en 1957 a Pola le ofrecieron el nuevo aire que buscaba en su carrera: convertirse en maestro de canto en la Universidad de las Artes de Tokio. De modo que se fue durante ocho años a Japón, aunque eso sí: dejando el camino trazado para su alumno más brillante. En los 70, estelarizó La fille du régiment en el Met de Nueva York, que fue su consagración, y su “do de pecho” ¡le valió la portada de The New York Times!
El ascenso
Otra persona generosa apareció en la vida de Luciano: Ettore Campogalliani, pianista y compositor italiano, maestro de canto que educó a muchos talentos que, además de Pavarotti, también alcanzaron el éxito internacional, como las sopranos Mirella Freni y Renata Tebaldi. Ya con el apoyo de Campogalliani y las bases firmes que había inculcado Arrigo Pola en él, el tenor debutó en los escenarios actuando el papel de Rodolfo en La bohème, la famosa ópera con música de Giacomo Puccini que retrata la vida bohemia del Barrio Latino de París a principios del siglo XIX, en el que una modista (Mimí) y un poeta (Rodolfo) se enamoran, se distancian y finalmente ven crecer su amor antes del ocaso que implica la trágica muerte de ella.
El día que salto a la fama
Aquella noche ,el 29 de abril de 1961, el público que asistió a ver La bohème en el teatro de Reggio Emilia, ciudad cercana a Módena que se especializa en delicias famosas a nivel global como el queso parmesano y el vino Lambrusco, presenciaron el inicio de una de las trayectorias más reconocidas en el mundo de la ópera. Ese año marcó cosas importantes para el tenor: se casó con Adua Veroni con quien tuvo un noviazgo de siete años y un matrimonio de 34 años, durante el cual tuvieron tres hijas (Lorenza, Cristina y Giuliana) y a partir de entonces el papel de Rodolfo se volvió uno de sus favoritos, ya que su interpretación de aquella noche fue clave para su consolidación en el mundo de la ópera. Luciano, el chico que trabajaba en el campo y que soñaba con detener goles, comenzó a pararse en los escenarios más importantes del mundo, como La Scala, de Milán, y la Ópera Metropolitana, de Nueva York, e interpretó las óperas más célebres: además de La bohème, deleitó con La fille du régiment o Turandot, entre muchas otras, incluida la temida Otello, que supone uno de los mayores retos vocales para los tenores dramáticos.
El estrellato
Además de Pavarotti, otro hombre era capaz de superar el desafío que implicaba Otello: un tenor y barítono madrileño llamado Plácido Domingo, seis años más joven que el italiano. Con él y con el también tenor José Carreras, nacido en Barcelona en 1946, formó el trío llamado “Los tres tenores”, con el que conquistaron al mundo.
La idea se la debieron a un productor italiano llamado Mario Dradi, cuya primera intención era organizar un concierto con el fin de recaudar fondos para la Fundación Internacional Josep Carreras, fundada por José Carreras para apoyar la lucha contra la leucemia, una enfermedad que él mismo padeció y de la que en 1990, cuando nació la famosa triada, acababa de recuperarse. Ese primer concierto se llevó a cabo en Roma durante la final de la Copa Mundial de futbol realizada ese año en Italia. Y el éxito fue tan avasallador que pronto Pavarotti, Domingo y Carreras se vieron grabando discos y presentándose en escenarios tan variopintos como el estadio de los Dodgers, en Los Ángeles, en la base de la Torre Eiffel con motivo de la Copa del Mundo de Francia 1998 y en el estadio Yokohama durante el Mundial de Corea-Japón en 2002.
La famosa Triada
Con su disco Carreras, Domingo, Pavarotti en concierto ganaron un Grammy a Mejor interpretación vocal clásica y hasta se marcaron un récord Guinness: es el álbum de música clásica más vendido en la historia. Juntos se convirtieron en los rockstars de la ópera, cantantes que decidieron bajar del pedestal del arte para las élites y se mostraron cercanos a un público agradecido con sus interpretaciones operísticas, de la misma manera que aplaudía su participación en musicales de Broadway al igual que éxitos del pop adaptados a sus impresionantes voces.
Mientras los puristas de la ópera los criticaban, los tres tenores se hacían cada vez más ricos y queridos, por lo que ofrecieron conciertos hasta el año 2003. Pavarotti estaba acostumbrado a los comentarios mordaces lanzados por los especialistas, ya que desde 1992 –y también hasta 2003– decidió aliarse a la música pop para llamar la atención del público a conciertos de beneficencia.
Colaboraciones
El proyecto con el que realizó conciertos y grabó álbums multivendidos con esta intención se llamó Pavarotti & Friends, y se convirtió, en los años que duró, en un evento que se esperaba con ansias, ya que se le podía ver haciendo duetos o coros antes inimaginables para un tenor de sus capacidades con personalidades como Sting, Brian May, Bono, Meat Loaf, Brian Eno, Dolores O’Riordan, Elton John, Sheryl Crow, Eric Clapton, Liza Minnelli, Stevie Wonder, Céline Dion, Jon Bon Jovi, las Spice Girls, Mariah Carey, Ricky Martin, B.B. King, Gloria Estefan, Enrique Iglesias, Mónica Naranjo, George Michael, Caerano Veloso, Barry White, Deep Purple, Morcheeba, Grace Jones, Lou Reed, Andrea Bocelli y muchos más, junto a quienes apoyó a los niños víctimas de conflictos armados en Bosnia, Liberia, Guatemala, Kosovo, Camboya, Tíbet, Afganistán, Angola e Irak.
“Aprender música leyendo teoría musical es como hacer el amor por correo."-Luciano Pavarotti. Pienso que una vida dedicada a la música es una vida bien aprovechada, y es a esto a lo que me he dedicado."- Luciano Pavarotti.
Cerca del ocaso
En el año 2000, cuando ya era toda una institución, Luciano Pavarotti, descrito por su ex manager –el neoyorquino Herbert Breslin– como un “lascivo picaflor” en su libro The King and I: the Uncensored Tale of Luciano Pavarotti’s Rise to Fame, se divorció de su esposa Adua, a quien ya había cansado con sus infidelidades. Luciano se casó al poco tiempo, en 2003, con Nicoletta Mantovani, su secretaria y a quien, a decir de Breslin, el tenor apodaba “la favorita de su harén”. De Mantovani se decía que era una joven astuta y el peruano Edwin Tinoco, asistente del tenor, la dejó ver en su volumen Pavarotti y yo como algo descarada también.
Y es que cuenta que durante un concierto del italiano, en el Royal Albert Hall de Londres en 1995, Adua y Nicoletta se encontraron en el camerino. Nicoletta no dudó en decirle a la aún esposa del tenor:
“Señora Veroni, debe saber que los rumores son ciertos: Luciano y yo nos amamos”.
El affaire y posterior matrimonio de Pavarotti con su secretaria fue un escándalo, ya que ella era 30 años menor que él, quien al momento de su boda tenía 68 años, y además porque Nicoletta era más joven que las tres hijas del cantante. Sin embargo, con ella tuvo dos hijos, Alice y Ricardo, que falleció al poco tiempo de nacer.
Muerte de Luciano Pavarotti
Vivió con Nicolettan hasta el día de su muerte en su casa de Módena el 6 de septiembre de 2007, cuando fue vencido por el cáncer de páncreas. Un año antes había tenido que suspender la gira con la que anunciaba su retiro. Le faltó vida para completarla; sin embargo, durante 71 años el mundo pudo disfrutar de uno de los cantantes más talentosos que dio el siglo XX y que hoy día es recordado por su voz, carisma, altruismo y franca y amplia sonrisa.
Pavarotti en números
1982 Una sola película filmó para saber que lo suyo no era el cine: “Yes, Giorgio”, una comedia en la que interpretó a Giorgio Fini, un cantante de ópera que pierde la voz durante una gira y que termina enamorándose de la médica que lo trata.
67 Minutos Duró el aplauso más largo que recibió en su carrera. Sucedió el 24 de febrero de 1968 en el Palacio de la Ópera de Berlín, donde interpretó la obra El elixir de amor. Salió 165 veces a escena para agradecer el aplauso. Es un récord que solo superó su amigo y rival Plácido Domingo en 1991.
45 años Permaneció activo en el mundo de la música, de 1961 a 2006, el año de su muerte.
Pavarotti & Friends
Las más grandes estrellas del pop participaron en los conciertos benéficos de Luciano Pavarotti, por ejemplo... STEVIE WONDER
Créditos: Mónica Isabel Pérez / Foto: Getty Images
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