Audrey Hepburn: la más imitada

Audrey Hepburn: la más imitada

Algunas famosas han seguido los pasos de la bella y clásica actriz

Nacida enBruselas, Bélgica, en 1929, a los 5 años de edad su madre la envió a un internado en Inglaterra. A esa misma edad su padre la abandonó. Según Audrey, este hecho fue “el evento más traumático de mi vida”. Sin embargo, siempre mantuvo la sonrisa, la amabilidad, un espíritugeneroso, su pasión por las artes y su compromiso para ayudar a los más necesitados.

Han transcurrido 20 años y mucho ha cambiado el mundo desde el 20 de enero de 1993, cuando la actriz de origen belga Audrey Hepburn falleció a los 63 años. Sin embargo, a pesar de las transformaciones sociales y mediáticas, una de las imágenes que se ha mantenido inmutable ha sido la de la luminosa mujer de maravillosos ojos negros, con los que lograba comunicar una miríada de sentimientos que reflejaban aspectos de diferentes personalidades: apasionada o hierática, vulnerable o estoica, tímida o atrevida, muchas de las cuales interpretó. Porque a lo largo de su carrera se estableció como una actriz de amplio registro. En 1954 recibió un Oscar por su interpretación en Roman Holiday, la película con la que debutó en Hollywood y la primera de tres en las que actuó bajo la dirección del reconocido William Wyler. Las otras dos fueron The Children´s Hour (1961), con James Garner, y How to Steal a Million, junto a Peter O’Toole (1966).

En el estreno londinense de Roman Holiday, Audrey conoció al actor y productor Mel Ferrer, con quien, a pesar de la objeción materna, se casó el 25 de septiembre de 1954. Después de sufrir dos abortos naturales, en 1960 tuvo a su primer hijo: Sean Ferrer. Para lograrlo, dejó de trabajar y no interpretó, entre otros papeles, a María, en West Side Story, que hizo Natalie Wood. Después del éxito de Roman Holiday comenzó la producción de Sabrina, deliciosa comedia dirigida por Billy Wilder, en la que cautivó el corazón del personaje intepretado por el “duro” Humphrey Bogart y de millones de personas alrededor del mundo. Esa película le permitió entablar una amistad que mantendría a lo largo de su vida con el diseñador Hubert de Givenchy. En una ocasión, Audrey dijo: “De la misma manera que las americanas dependen de sus siquiatras, yo dependo de Givenchy. Hay pocas personas a quienes quiero más que a él. Entre las que conozco, él es el de mayor integridad”. Entre ambos se entabló una afinidad en la manera de enfocar la moda: ambos preferían las líneas simples, el terminado perfecto. Ella se sentía incómoda con adornos; él seguía las coordenadas de su maestro y amigo: el legendario Cristóbal Balenciaga. Sin duda, la vida actuó sabiamente al unir a Hubert y a Audrey.

FOTOGALERÍA: INSPIRADAS EN AUDREY HEPBURN

En la expansión de su arco interpretativo la vimos bajo la dirección de Stanley Donen con tres galanes muy diferentes, junto a quienes resultó seductora, aunque de maneras muy diferentes: la jovencísima Jo se enamora del ya maduro personaje de Fred Astaire y de la bohemia parisina en Funny Face (1957); la sofisticada Regina, junto a Cary Grant, en la romántica Charade (1963), y en el papel de Joanna Wallace, junto a Albert Finney, en Two for the Road (1967). Por primera vez desde Sabrina, en esta última película no viste de Givenchy, sino ropa de diseñadores más populares, de pasarela, como Mary Quant, y jeans y gafas de Courrèges, porque, según el concepto de Donen, el personaje de Joanna así lo exigía y ella llevó ese estilo con típica naturalidad. Indudablemente, Hepburn le inyectaba elegancia a todo lo que usaba, ya que al hacerlo propio lo transformaba, dándole un carácter único.

Ese es el principal motivo por lo que 20 años después de haber fallecido, nadie ha podido reemplazarla. Cada año la industria fílmica anuncia el parecido entre alguna actriz de aspecto delicado, ojos grandes y cabello oscuro con Audrey Hepburn: Penélope Cruz, Anne Hathaway, Emma Watson, Natalie Portman y, en los últimos tiempos, Rooney Mara. Es interesante que tanto Hepburn como Mara hayan revertido los estereotipos hollywoodenses al lograr roles pensados para actrices rubias y, aparentemente, menos frágiles: en el caso de Hepburn, el de Holly Golightly en Breakfast at Tiffany´s, que Truman Capote quería que fuera Marilyn Monroe quien lo hiciera; en el caso de Mara, para la versión estadounidense del personaje de Lisbeth Salander en la trilogía Milenio. Originalmente, Scarlett Johansson hizo audiciones y por un tiempo se pensó que el rol era de ella.

El clásico estilo Hepburn no solo ha influido a Hollywood, sino que ha trascendido para llegar a India. En Bollywood, la actriz es igualmente un icono, no solo por su manera de enfocar la moda, sino por sus compromisos filantrópicos.

A lo largo de su vida, el equilibrio que caracteriza las selecciones de Hepburn en la moda refleja su manera de vivir. A mediados de la década de 1970, ella pudo recuperar la relación con Joseph Ruston, su padre, a quien Mel Ferrer logró encontrar en Irlanda; la familia compartió en la residencia suiza de Tolochenaz- sur-Morges, que tanto ella amaba y donde finalmente falleció. Con típico estilo, en 1968, Hepburn se divorció de Ferrer; fue en ese contexto que filmó el thriller Wait Until Dark, motivo por el cual perdió 7 kilos (15 libras) y comunicó con más convicción la fuerza bajo la evidente fragilidad de la ciega Suzy Hendrix, película que Ferrer producía y en la que Audrey compartió créditos con Alan Arkin, Efram Zimbalist, Jr. , y Richard Crenna.

En un crucero por las islas griegas, un año más tarde, conoció al siquiatra romano Andrea Dotti y contrajo matrimonio por última vez. En 1970 nació su segundo hijo, Luca Dotti, lo que le permitió dedicarse durante cinco años a interpretar su papel preferido: el de madre y esposa. Cuando ambos chicos estaban en edad escolar, Audrey regresó a la gran pantalla junto a otro galán, Sean Connery, en Robin and Marian, una versión de Robin Hood. El matrimonio con Dotti duró 10 años; se separaron y en 1982 el divorcio fue oficial. En esta etapa de su vida, Audrey se dedicó a la familia y al altruismo. En 1980 conoció al actor holandés Robert Wolders, quien había perdido a su esposa recientemente. Ambos dicen haber sentido de inmediato una fuerte conexión, de hecho se mantuvieron en contacto desde esa noche. Seis meses más tarde se instalaron en la casona suiza rodeada de hermosos jardines, en cuyos interiores resaltan la luz y los colores. Ahí predominaba el joie de vivre, compartieron el quehacer cotidiano, criaron a Luca y recibieron a familiares y amigos, hasta que en la noche del 20 de enero de 1993, Audrey Hepburn se quedó dormida por última vez. Su estilo perdura, porque lo clásico nunca muere...

FOTOGALERÍA: INSPIRADAS EN AUDREY HEPBURN


Relacionado