Antonio Banderas: Un grande del séptimo arte

Antonio Banderas da positivo en coronavirus y 'disfruta' de su cumpleaños en cuarentena

Recuerdo con emoción que han pasado 25 años desde nuestro primer encuentro. Cuando me acerco para comenzar, la jefa de prensa se aproxima y comenta: “Vanidades no necesita presentación”, y es el mismo Banderas quien pregunta: “¿Fabián, dónde me siento?”. La respuesta es obvia, “donde estés más cómodo”. Y es desde ese confort que realizamos esta entrevista exclusiva.

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VA- ¿Cómo recuerdas tus comienzos en Hollywood, cuando no sabías ni una pizca de inglés?

AB- Fue estresante. Mi primera escena fue en los estudios RenMark, en Los Ángeles (hoy día los Red Studios). De hecho, allí rodé una parte de The Laundromat. Y no olvido el pánico. Lo resolví bien, pero aquella primera mañana en el estudio, mientras me maquillaban, estaba asustado. Al ganar confianza, descubrí que filmar en inglés tiene una relación distinta con la emoción; me costaba más trabajo decir “te quiero” que “I love you”. Y es que, cuando actúas en tu lengua madre, las palabras llevan una carga de nostalgia y melancolía, y al adquirir una lengua nueva ese peso casi desaparece.

VA- Javier Bardem mencionó lo mismo alguna vez: le cuesta rodar en inglés porque el idioma no transmite el mismo sentimiento.

AB- Sí, pero puede ser una ventaja. ¡Será que soy un optimista patológico! Encuentro razones para ser positivo incluso ante los obstáculos. Y ocurre lo mismo cuando aprendes palabras feas en otro idioma. En ocasiones las pronuncias sin saber el peso que tienen; por ejemplo, te dicen una mala palabra en japonés, que para ti no significa nada y la sueltas de repente en una mesa, y sabes el efecto que produce por la reacción de la gente.

VA- ¿Cómo fue aquella primera experiencia de trabajo con Pedro Almodóvar?

AB- Pedro me había visto en el Teatro Nacional en España y a la semana siguiente regresó con Cecilia Roth para proponerme hacer un personaje en Laberinto de pasiones. Le dije “claro, pero no he trabajado en cine, no sé cuál es la técnica cinematográfica. Todo lo que he hecho en mi vida es teatro”. Y me dejó un guión que me sorprendió porque era distinto a lo que había leído hasta el momento. Era tan atrevido, irreverente y disfuncional en términos de narrativa. Dos meses después estábamos filmando.

VA- Alguna vez dijiste que Pedro Almodóvar te usó como objeto sexual en el cine, ¿por qué?

AB- Probablemente lo dije de broma, pero no me he sentido el objeto sexual ni de Pedro ni de nadie.

VA- Lo cierto es que te llaman “el latin lover”Antonio Banderas.

AB- Bueno, la gente tiene una tendencia insana a etiquetar todo. A mí no me gusta ser encasillado, sino sorprender.

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VA- Aunque, de cierto modo, enamoras con tus personajes.

AB- No ha sido mi intención seducir a mujeres o a hombres con personajes heteros o gays. No se trata de cautivar o de producir un efecto especial. Procuro entender a cada personaje desde el interior, sin importar si es dramático o cómico, de comprender la narrativa de la película, de acoplarme a ella y dotar a cada rol de realidad, de verdad. Y que ello pueda seducir, atraer o repeler a algunas personas es parte del resultado. Pero a conciencia, no expreso “en esta película mi intención es seducir a las mujeres”.

VA- Pero no puedes negar que tu acento es seductor.

AB- Puede ser exótico porque aprendí inglés con 31 años. Pero lo que pudo ser un handicap, fue una ventaja. Años después interpreté al Gato con Botas, personaje reconocido por su acento y para el cual no se utilizaba mi imagen, solo mi voz. Parece que, en el mundo anglosajón, mi acento es sexy o divertido. Cuando filmé Philadelphia, Tom Hanks solía decirme: “No pierdas el acento macho, es una gran característica, como la nariz de Karl Malden. Cada actor tiene un sello y en nuestro mercado tu acento es una virtud que gusta”.

VA- ¿Crees que el dolor y la gloria van de la mano?

AB- Siempre. En esta profesión, sí.

VA- ¿Cuál ha sido el momento más doloroso de tu vida?

AB- La muerte. Primero, el adiós de mi padre en 2008, y luego el de mi madre hace dos años. La muerte es irreversible y es la única certeza que tenemos. Lo demás es relativo, incluso los impuestos, como verán en The Laundromat.

VA- Después de actuar con Meryl Streep y Gary Oldman en The Laundromat, y de haber visto a Javier Bardem y a Penélope Cruz ganar el Oscar, ¿sueñas con el tuyo?

AB- No. Ni lo sueño ahora.

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VA- Tampoco habías ganado antes en el Festival de Cannes y este año te eligieron como Mejor Actor por Dolor y gloria.

AB- Considero que tanto los sueños como las expectativas suelen ser las causas de las mayores frustraciones humanas, y la verdad es que yo no quiero vivir decepcionado. Vivo en el presente, el día a día. Claro, cuando me llegó ese premio de Cannes fue precioso, muy bonito. Recuerdo que me llamaron una mañana y me dijeron que me quedara. Yo pregunté para qué. “¡Quédate, quédate!”, decían.

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VA- ¿No crees que es hora de que te entreguen el Oscar?

AB- No lo sé. No deseo pensar en eso. A mí me gusta mi profesión. Amigo mío, amo cuando dicen: “¡Acción!”. Ese es el motivo por el cual estoy aquí.

VA- ¿Has votado en los Oscar?

AB- Sí. Lo he hecho desde 1992.

VA- ¿Y votarías por Antonio Banderas?

AB- No. Es muy feo votar por uno mismo. Debes votar por alguien más, ¡sería terrible!

VA- Hay muchos actores que confesaron haberlo hecho.

AB- Sí, lo sé, pero tampoco se gana la estatuilla por un voto.

VA- ¿Y si perdieras por un voto?

AB- ¡Bueno! Como no lo sé (risas)... Si los resultados se hicieran públicos, a lo mejor sería muy diferente, pero eso no suele ocurrir.

The Laundromat

Un filme que retrata los Panama Papers y la historia de los paraísos fiscales, una investigación en la que una coalición de medios de 78 países analizaron el lavado de dinero y encontraron involucrados a políticos y líderes mundiales. En la lista figuran famosos como Pedro Almodóvar y Jackie Chan, pues después de todo, no es ilegal depositar dinero en un país que no cobra impuestos. Y el séptimo arte refleja esa legalidad con dos asesores fiscales interpretados por Banderas y Gary Oldman, que montan una empresa en un paraíso fiscal.

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El problema surge cuando Meryl Streep no puede cobrar un seguro de vida, porque como cuenta Antonio: “Es una empresa que pertenece a otra y ésta a otra. Y ese negocio sí que es ilegal”.

Por: Fabián W. Waintal / Foto: Getty Images.

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