A pesar de que la prenda hizo que todas las miradas volteran hacia ella, la cantante revela que no estaba muy convencida de su elección
La polifacética Jennifer Lopez cimentó su meteórico ascenso al estrellato gracias al éxito de su película ‘Selena’ y a la publicación posterior de su aclamado primer disco ‘On the Six', pero el momento que, sin duda, la encumbró como superestrella internacional e icono de estilo fue su aparición en la gala de los premios Grammy del año 2000 con su atrevido y ya legendario vestido de Versace.
Aunque el vaporoso diseño de estampado tropical se convirtió en un éxito instantáneo y puso todas las miradas en la diva del Bronx, ahora Jennifer reconoce por primera vez que, al menos en ese momento, la elección no llegó a convencerle demasiado y que estuvo barajando otras opciones hasta el último momento.
“Para ser totalmente sincera, cuando llegué a la alfombra roja todavía pensaba que el vestido no era el mejor que podía haber llevado. Esto es algo que jamás había dicho antes”, se sinceró en una entrevista al portal The Hollywood Reporter, destacando que jamás se imaginó la repercusión que tendría su presencia en la ceremonia.
De lo que sí ha estado siempre convencida Jennifer es de la importancia que han tenido sus primeros trabajos cinematográficos a la hora de “romper moldes” sobre la concepción que Hollywood otorga al físico, ya que ella logró ser una de las primeras actrices “con curvas” en recibir papeles de gran carga dramática.
“En esa época, siluetas como la mía no eran las que buscaba la industria para ese tipo de películas, a menos que hubiera algún personaje asociado al estereotipo de bomba latina o de mujer fatal. Creo que de alguna manera logramos romper un molde y demostrar que las mujeres con curvas podían ser perfectas para un papel protagonista”, aseguró la también actriz.
Además de reflexionar sobre sus primeros logros profesionales y el impacto que han tenido en la cultura popular, la artista neoyorquina también echa la vista atrás para valorar aquellos ‘años oscuros’ en los que su carrera parecía caer en picado después de su mediática ruptura con Ben Affleck y de su película conjunta, ‘Gigi’ (2003), que fue criticada sin piedad por la crítica.
“Nunca pensé que esos dos hechos fueran terribles en sí mismos, hasta el punto de que pudieran destruir mi carrera. Simplemente me entristeció que la película no funcionara y que la relación tuviera que terminar. En ese momento, sabía que no iban a afectarme tanto en lo personal y en lo profesional, y desde entonces también he vivido momentos en los que he tenido que trabajar menos, como cuando tuve a mis hijos”, explicó confiada.
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