En nuestra rutina de belleza solemos ignorarlos. Grave error y es que el precio de este olvido no sólo se paga con faux-pas estéticos en la piscina, sino con molestias al caminar o hasta infecciones. Para que los luzcas divinos, armamos una guía con todos los pasos a seguir en su reparación, humectación, exfoliarlos y consentirlos todo el año. Porque, aunque no estén visibles, ¡bien lo merecen!
1. LA MEDIDA PERFECTA
Algunas mujeres se mantienen de pie durante horas todos los días, y otras, en cambio, pasan demasiado tiempo sentadas. Sin importar tu estilo de vida, siempre debes usar calzado confortable y de la talla adecuada, pues unos zapatos incorrectos pueden generar ampollas y callos, aun malformaciones en articulaciones y uñas, advierte Harif Agustín Gutiérrez Arriola, pedicuro de Feethaus, en la Ciudad de México: “Es frecuente descuidar la salud de los pies por priorizar la estética con zapatos a la moda: pequeños, de tacones demasiado altos o punteras angostas”, explica. En tanto, si tu calzado es grande, a fin de no perder el paso ni el equilibrio, podría originarse un efecto de arrastre en el tobillo y talón, capaz de producir dolores y contracturas.
2. BAÑOS RELAJANTES
Para conservarlos frescos, limpios y suaves es vital que los laves y remojes de manera regular. En el mercado existen docenas de opciones de baños con sales, espumar y aceites esenciales. También están las tinas eléctricas que funcionan como pequeños hidromasajes. Lo cierto es que con el simple gesto de humedecerlos en agua tibia y jabón neutro durante 15 minutos estarás haciendo mucho por ellos (¡agrega unas gotas de aceite de oliva para una sensación relajante!). No olvides que el agua caliente tiende a eliminar los aceites naturales y que las aguas duras o calcáreas (con exceso de minerales) suelen resecarlos y hacerlos más proclives a grietas.
3. HORA DE EXFOLIAR
Una vez limpios, aprovecha que la piel está blanda para pulir asperezas. Utiliza un exfoliante, incluso de cuerpo, pero si empleas uno especial, los beneficios se multiplicarán. Las limas tradicionales o las que operan con pilas son una alternativa para dejar tus talones suaves como el terciopelo, sin embargo, debes saber que limar la sequedad sin supervisión profesional puede ser contraproducente en personas con diabetes o pie frágil, y es que puedes debilitarla o producir más callo, sostiene G. Arriola de Feethaus. Ante la duda, recurre al podólogo, que sabrá hasta dónde llegar. “La clave es limpiar lo necesario para que la piel no quede desprotegida”, explica. ¿Qué hacer ante callos rebeldes? Evita elementos cortantes que disparen el efecto contrario, o sea, que, para defenderse, la piel produzca más queratina, proteína que la protege ante fricciones, advierte, Adriana Aguilar Donis, médica dermatóloga.
4. ¡RESPIRA!
Un buen hábito es quitarte los zapatos al regresar a casa para que tus pies se ventilen. De lo contrario, el sudor y la suciedad acumulados durante el día podrían irritar la piel o, en el peor de los casos, generar un ambiente propicio para el crecimiento de hongos, indica Aguilar Donis. De hecho, un error común es no pasar bien la toalla entre dedos y pliegues, y este foco de humedad puede resultar en pie de atleta. Además de evitar andar descalza en duchas públicas o albercas, donde es común contraer infecciones, la experta recomienda no compartir toallas, calcetines ni zapatos.
5. ESMALTE CON MODERACIÓN
6. CORTA POR LO SANO
7. SEÑALES DE ALERTA
Si notas que tus uñas han cambiado de color o de forma, acude a un especialista de inmediato. Y si a pesar de utilizar calzado nuevo, tus uñas experimentan pequeños golpes o fricciones contra la suela interna del zapato, usa una plantilla que las proteja. Esta recomendación es útil si hay un desbalance en tu pisada (con el arco vencido, por ejemplo) o si practicas algún deporte. En ese sentido, va un consejo para las adeptas al running: antes de una carrera o una jornada intensa de ejercicio no te hagas un pedicure, pues tus pies quedarán sensibles. Recuerda que si no son atendidos, los traumatismos pueden convertirse en infecciones, explica Arriola. Otro error común, apunta el especialista, “es subestimar la seriedad de una afección en las extremidades, usar remedios caseros o autodiagnosticarse”. También recomienda usar alicates y no tijeras, pero sólo si sabes utilizarlos de manera correcta. Ten en cuenta, además, que las limas son útiles para dar el toque final y emparejar.
8. TALÓN DE ÁNGEL
Si quieres pies de bebé, no queda otra que hidratar, hidratar y volver a hidratar. Pero considera, esta zona necesita de una crema más densa que una para el cuerpo, pues la piel de las extremidades es más gruesa. Elige una con vitamina E y aceites naturales como almendras, cacao o coco. Un viejo truco es embadurnar los pies en vaselina, cubrirlos con calcetines y dejarlos macerar unas horas, pues esta solución tan barata como noble, crea sobre la dermis un film que no deja perder agua, y esto redundará en su hidratación. Pero si la superficie es en extremo seca, deberás probar con sustancias más específicas, como la urea, agente queratolítico natural que mantiene a raya la descamación. Asimismo, el ácido salicílico, que tal vez conozcas por su acción antiacné, también es un excelente queratolítico. Pero sea cual sea el método a elegir, después del baño aplica el producto sobre los pies secos y dales un suave masaje. Y sella esta acción hidratante con tus calcetines favoritos.
Un último tip: Las uñas son más fáciles de manipular después del baño cuando están más blandas.