Conoce más de la historia de este sexy producto de belleza
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Alrededor del del siglo IV, en Mesopotamia se comenzaron a triturar joyas para usarlas como decoración en los labios, por lo que esta cultura fue una de las primeras en mostrar especial atención en esta sensual parte del rostro.
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Por otra parte, a los antiguos egipcios de esa época se les ocurrió mezclar tinte rojo que provenía de un tipo de algas con un poco de yodo y bromo para pigmentar los labios, pero esto provocó una infección mortal que se denominó ‘el beso de la muerte’.
En la Edad Media, las técnicas anteriormente usadas fueron perfeccionadas por los islámicos, quienes crearon el primer labial de consistencia sólida. Sin embargo, en Europa fue rechazado porque la iglesia medieval lo relacionó con la brujería.
Fue hasta el siglo VI, durante el reinado de la reina Isabel I, que el lipstick fue aceptado y popularizado. Esto se debió a que a la soberana le encantaba llevar sus labios rojos y los contrastaba con su pálido rostro, creando un estilo de belleza único y original, que cada vez fue más imitado. La última monarca de la Dinastía Tudor incluso pidió que le pintaran su boca cuando muriera.
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