El cuidado del pelo tiene muchas aristas, y uno de los aspectos que te conviene conocer es el tipo de porosidad de este, pues si es baja, deberías considerar los siguientes consejos para mantenerlo sano y fuerte.
La porosidad del cabello se refiere a la capacidad del pelo para absorber y retener la humedad. Cuando hablamos de baja porosidad, nos referimos a un tipo de cabello cuyas cutículas están muy cerradas, lo que dificulta la absorción de productos y la hidratación.
¿Qué significa tener porosidad baja en el cabello?
El cabello con baja porosidad tiende a repeler la humedad en lugar de absorberla, lo que puede provocar que los productos se acumulen en la superficie sin penetrar adecuadamente. Estudios científicos sugieren que la estructura y la función de la cutícula, la capa externa del cabello, juegan un papel crucial en su porosidad y capacidad de absorción.
Si tu pelo tarda mucho en mojarse o los productos se quedan en la superficie sin ser absorbidos, es posible que tengas baja porosidad. Otro signo común es la dificultad para mantener la hidratación, ya que el agua no penetra fácilmente y el cabello puede sentirse seco, aunque se utilizan muchos productos hidratantes.
Uno de los retos más grandes para quienes tienen este tipo de pelo es lograr que los productos sean efectivos. Para ello, el uso de calor es fundamental: el vapor o el agua tibia pueden ayudar a abrir ligeramente las cutículas, permitiendo que las mascarillas y acondicionadores penetren mejor. Opta por productos ligeros, como aceites con moléculas pequeñas (jojoba o argán), que no sobrecarguen el cabello.
Es importante evitar el exceso de productos que contienen proteínas, ya que pueden acumularse en la superficie del cabello, dejándolo más rígido. En su lugar, busca ingredientes humectantes, como el aloe vera o la glicerina, que ayudarán a retener la humedad de manera más efectiva.