Somos muy pocas las personas que nos aceptamos tal y como somos. Y este podría ser un gran propósito para cambiar la manera en cómo nos vemos. Es muy común que, si no rechazamos alguna parte o todo nuestro cuerpo, reneguemos de nuestro carácter, destrezas, inteligencia y hasta de la suerte, a pesar de que nos es ajena.
Una actitud de este tipo nos puede llevar a intentar cambiar y superarnos, aunque el costo emocional es demasiado alto; además, puede inmovilizarnos, impedir identificar y usar nuestras fortalezas o hacernos infelices. En cambio, sentirnos bien con nosotros mismos nos hace experimentar bienestar emocional y nos permite compartir abiertamente lo que sentimos, sin miedos ni fingimientos. Es amarnos por lo que somos.
¿Autoaceptación o autoestima?
La autoaceptación es diferente a la autoestima. En la primera, nos aceptamos tal cual somos, con nuestro pasado y presente; con nuestras fortalezas e, incluso, con nuestras limitaciones. Sabemos que podemos fallar y hasta en qué, lo cual también es una ventaja.
En la segunda nos “re-valoramos” nosotros mismos. El problema de la autoestima es que se convierte en un ejercicio de comparación con los demás que puede llevarnos a la ansiedad o a rechazar la retroalimentación. Una autoestima sobrevalorada nos hace creer que no podemos equivocarnos: “El que se equivoca es él”… “no sabe”... “qué tonto”, se piensa.
Aprende a aceptarte
Como se puede ver, el camino de la autoaceptación puede resultar de lo más atractivo para el bienestar.
Para adquirir una mayor aceptación de nosotros mismos debemos aprender a ser compasivos. Muchas veces somos más benévolos con un amigo que con nuestra propia persona. Aceptar los errores nos ayuda a realmente aprender de ellos, en lugar de reprochárnoslos o, lo que es peor, negarlos.
Carta de compasión
Cuando enfrentes un obstáculo que crees que supera tus habilidades o tu temple escribe una carta donde te expliques a ti mismo, paso a paso, cómo puedes ir resolviendo el problema.
- Debes imaginar que se lo dices a alguien que estimas mucho, con el mismo cariño.
- Unos días después, léela como si tu mejor amigo te la hubiera escrito.
- Sigue tus propias instrucciones y, si te equivocas, acepta con paciencia y mucho amor tus errores, para volver a empezar. No te reproches nada, acéptate.