Inspirado en el agua de arroz, ingrediente ancestral utilizado en las rutinas de belleza de las mujeres niponas, Japón fue el primer país en crear tratamientos fundados en la riqueza y generosidad del agua. Más tarde, esta tendencia llegó a Corea del Sur, que hoy se ufana de ser un laboratorio de vanguardia en dermocosmética. Así fue como surgió la tecnología sorbete o basada en el vital líquido, el cual le ‘quita’ la sed a la piel, gracias a texturas acuosas que la hidratan, en lugar de recurrir al tradicional método de frenado de la evaporación del agua en la dermis, como ocurre con las cremas y emulsiones comunes. Te presentamos las aguas cosméticas: la última tendencia en productos ultrahidratantes. Te encantarán.
UN HITO
Este descubrimiento posibilitó todo un abanico de novedades en materia de productos dermatológicos. Primero llegaron los tónicos, ideales para tratar el cutis luego de desmaquillarlo. Después fue el turno de las aguas de limpieza, un boom hace una década, aunque una marca francesa se arroga la invención del agua micelar en 1995. Las esencias con sustancias nutritivas e hidratantes se convirtieron en la siguiente moda y hoy, de a poco, las mascarillas líquidas aplicadas en el rostro, como si fueran agua de llave, empiezan a estar en boca de todas. Asímismo, atentas a los productos beauty originarios de Asia, pues desde hace más de una década las mejores marcas de Occidente se han inspirado en estas fórmulas para crear sus propias versiones. Los nombres pueden variar, pero el principio es el mismo: cosméticos no grasos hechos hasta con 80% de agua, concebidos para limpiar, tratar y aliviar las irritaciones producidas por la contaminación, climas secos o muy húmedos, y que apuntan a recuperar el 20% de líquido que la piel pierde cada día a través de la orina y la transpiración, porcentaje que aumenta en ambientes secos como las cabinas presurizadas de un avión. Entre sus ingredientes figuran sustancias acuosas: aloe vera, té verde o calmantes como el agua de rosas, caléndula o incluso agua termal (creada hace varios siglos en los centros termales Europa).
La presentación de la mayoría de las aguas cosméticas es líquida, pero también existen en forma de bruma o gel. Todas se sienten como un baño de frescura que no engrasa la superficie, incluso en aquellas formuladas para nutrir al máximo, aun con aceites esenciales. A continuación, una guía para que obtengas el máximo provecho de estos productos que tienen como base el líquido esencial.
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AGUAS DE LIMPIEZA
Formuladas para eliminar suciedad, estas aguas, también llamadas micelares, son muy dóciles, incluso en pieles delicadas, que padecen dermatitis o eccema. El agua micelar (conformada por micelas, pequeñas moléculas limpiadoras hechas de aceite, suspendidas en una solución acuosa) es multifunción, pues aunque no se enjuaga, no sólo remueve maquillaje, tiene propiedades calmantes y tónicas. También resulta muy práctica sobre todo en la noche, cuando luego de una larga jornada, la rutina de desmaquillar resulta poco tentadora. Aquéllas diseñadas para retirar maquillaje en la zona de los ojos son suaves como el agua, por lo que no arden ni dejan el cutis tirante.
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TÓNICOS
Olvídate de los astringentes con alto contenido de alcohol que solían resecar la piel y usabas en la adolescencia. Por fortuna, en los últimos años, tanto los laboratorios del Lejano Oriente como los de Occidente han dado con fórmulas delicadas que quitan el exceso de aceite y equilibran los niveles de pH. Los hay de diferentes tipos: hidratantes, exfoliantes, matificantes y calmantes, pero todos están libres de alcohol y se sienten como una dulce caricia sobre la dermis. Una variante más reciente de los tónicos son las mascarillas líquidas, aplicadas como si se tratara de agua, evitando tener que esperar varios minutos mientras la sustancia activa penetra en la piel, como ocurre con las mascarillas cremosas o de tela. Sus propiedades hidratantes son importantes, aunque sus detractores afirman que se desperdicia mucho producto, el cual suele derramarse en forma de gotas sobre el lavabo.
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BRUMAS FACIALES
Inspiradas en las aguas termales francesas en spray, tienen las mismas propiedades hidratantes y calmantes que los tónicos, pero se aplican en forma de neblina, en envases con bomba dosificadora. Las más novedosas contienen sustancias energizantes como café y gingseng. Se recomienda guardarlas en el refrigerador, sobre todo en el verano, para refrescar el rostro en un día de calor o calmarlo luego de un facial con la cosmetóloga, cuando la piel queda dolorida y enrojecida.
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ESENCIAS
Junto con las mascarillas líquidas, las esencias son el último grito en aguas cosméticas. Vienen, claro, en forma acuosa y su objetivo es proporcionar un boost de hidratación sin comparación. Contienen sueros de alta tecnología y extractos de sustancias difíciles de encontrar, por lo que su precio es elevado. Si se trata de definirlas, se puede decir que son sueros más ligeros y fluidos de lo habitual. Se aconseja su uso a partir de los 30 años de edad, cuando el cuidado antiage se impone con la finalidad de evitar las líneas de expresión y retrasar lo más posible el envejecimiento cutáneo, sobre todo si contienen antioxidantes y sustancias como el ácido hialurónico o alfahidróxiácidos, entre ellos, ácido glicólico. Una última sugerencia: aplícalas sobre la superficie limpia y antes del hidratante.