La famosa cantate impactó con un increíble vestido de camuflaje
Aunque en las horas posteriores a la celebración de la gran gala de la moda en el Museo Metropolitano de Nueva York -un evento que ya se ha convertido en todo un clásico de la crónica social estadounidense gracias al esfuerzo y a la dedicación de su principal promotora, la editora de Vogue Anna Wintour- no haya dejado de hablarse del espectacular vestido rojo de Katy Perry, del brillante esmoquin vintage de Puff Daddy, o del hecho de que al joven Jaden Smith le dio por acudir a la alfombra roja sosteniendo sus propias rastas en la mano; lo cierto es que la única constante que ha tenido este acontecimiento en sus últimas ediciones reside en la forma en que Madonna ha acabado siempre acaparando el protagonismo, ya sea por sus originales estilismos o por sus divertidas ocurrencias.
Si el año pasado dejó a todo el mundo boquiabierto con un revelador vestido que dejaba entrever la forma de sus pechos, este año la ambición rubia hizo acto de presencia en la alfombra roja de la gala con un ajustado vestido que llamaba la atención por su estampado de camuflaje -obra del diseñador de Moschino, Jeremy Scott- y, sobre todo, porque su principal accesorio, con permiso de un largo mantón que se asemejaba a las telas de camuflaje del ejército, no era otro que una pequeña pero indiscreta cantimplora que terminó por convertirla en una especie de soldado de élite si no fuera por lo llamativo de su contenido.
“Creo que soy mayor de edad, aunque sé que parezco joven”, bromeó la reina del pop a los periodistas congregados en la entrada del museo al confesar que había rellenado su cantimplora de vino rosado para amenizar de alguna forma las horas previas al inicio del evento.
La propia intérprete aprovechó también la oportunidad para dar algunos detalles sobre la temática en la que se veía inspirado su impactante atuendo, del que confesó que llevaba varios meses trabajando codo con codo con el transgresor diseñador, e incluso para darle un pegadizo título que quizá se una al sinfín de apodos que ha ido recibiendo Madonna a lo largo de sus más de 30 años de carrera.
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“Es una Barbie de combate”, explicó el propio Jeremy Scott antes de que Madonna profundizara en el proceso creativo que había dado como resultado uno de los vestidos más comentados de la noche.
“Desde el principio sabíamos que queríamos hacer algo relacionado con el camuflaje. Empezamos con el chaleco y desde ahí empezamos a elaborar todo lo demás”, comentó la artista de 58 años, madre de Lourdes (20), Rocco (16), David y Mercy (10) y, desde hace unos meses, también de las mellizas Estere y Stelle, a quienes adoptó en Malaui.
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